Como continuidad, el género sigue recurriendo a un
personaje protagonista con el que el lector se identificaría por la semejanza
de edad y se refuerza, desde los paratextos la idea de que el género no tiene
como destinatario un joven a secas, sino un joven escolarizado que lee los
textos de esta literatura en la escuela. Esta continuidad se observa
–exacerbada- en los volúmenes que
publica la colección que no se deben a las convocatorias a concursos y que
constituyen una saga, la saga de Robbie, el personaje protagonista creado por
Alma Maritano. A la precuela de El
visitante, Vaqueros y trenzas en
1986, le siguen la continuación de la historia de Robbie, su protagonista, en
el viaje de fin de curso en En el sur (1988),
y las vicisitudes de terminar la secundaria y dejar la adolescencia en Cruzar la calle (1992).
Las aventuras de Robbie no terminan entonces sino
que siguen en dos volúmenes más. Robbie será el personaje narrador de Pretextos para un crimen de
1997 y quien se propone escribir una novela que resulta Réquiem
para Max. La novela de Robbie (2012).
A diferencia de todo el resto de la producción de este tipo de literatura –con la excepción de la posterior Caídos del mapa de María Inés Falconi que va por el volumen once pero arranca en la primaria- El visitante constituye una saga, una marca de la producción de literatura juvenil fuera de la escuela
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