El premio de 1995, el cuarto y último que organiza
LyC, se propone –según se declara en las introducciones de las tres obras
premiadas- “objetivos nuevos” que “abrieran un poco el marco estético desde el
que se suele pensar la literatura juvenil”. El género es presentado como imposible de definir según Herminia Petruzzi, pero pasible de ser identificado en
las producciones premiadas en los anteriores concursos de la LyC a las que
podrían sumarse –sigue Petruzzi- obras de la literatura general que se
presentan como más accesibles a los jóvenes lectores y que por eso pueden
entenderse como literatura juvenil. Así, la categoría se expande: es literatura
juvenil no solo la que ha sido escrita para jóvenes, sino también aquella que
–confundida en los textos de la literatura general- es leída con mayor
entusiasmo por los jóvenes. Esta accesibilidad y la movilización consecuente no
radican en la identificación con personajes de la misma edad, sino en una
lectura que “hace crecer emotiva e intelectualmente” a los jóvenes lectores y
los “hace disfrutar de lo que leen”.
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