La prehistoria de este big bang empieza hacia 1970 con la colección GOLU de la editorial Kapelusz
dirigida por la profesora María Hortensia Lacau que incorpora el criterio de la
antología, un criterio que plantea otro modo de seleccionar los textos y, a la
vez, permite el ingreso de géneros considerados menores a los ojos de la
escuela y ciertos sectores de la cultura.
Estas selecciones se inscriben en un momento de innovación
en la práctica de la enseñanza de la literatura en la escuela secundaria que muestra
una actualización didáctica sustentada en conceptos de la teoría literaria por
un lado, y una inclusión de textos de
las vanguardias históricas y de la cultura popular no leídos antes en el ámbito
escolar y la incorporación de textos de circulación contemporánea, por otro
(Bombini, 2004).
Estas innovaciones entran en diálogo con el catálogo anterior que -desde
los años 50- proveía al alumno de “aquellos títulos que formaban parte
inalterable del núcleo de lecturas obligatorias de los programas de las
asignaturas relacionadas con el estudio de la lengua y la literatura española,
hispanoamericana y argentina” (Bombini, 2004).
Entre estas antologías hay una que llama la atención y es la
preparada por Ángel Mazzei (1978). Se llama Cuentos
de adolescentes, compila cuentos de la literatura general con protagonistas
adolescentes y su intención –novedosa- es presentar al “ser que atraviesa la edad de
los conflictos y que busca su plan de vida” según se declara en el estudio
preliminar.
Aparece allí una mirada nueva sobre ese problema que es enseñar
literatura en la escuela; leer como identificación aparece como otra
posibilidad en las horas de literatura, más allá o más acá de reconocer un
patrimonio y una historia literarios.
Bombini, Gustavo (2004) Los arrabales de la literatura. La historia de la enseñanza literaria en la escuela secundaria argentina, (1860-1960), Buenos Aires, Miño y Dávila.
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