A pesar de las declaraciones y quizás por “que las
hay, las hay” según señala Petruzzi respecto de novelas que se enmarcan dentro
de la literatura juvenil, las tres novelas premiadas –Hojas de la noche de Eduardo Muslip, Cruzar la noche de Alicia Barberis y Sombras y árboles de Graciela Ballestero-apuestan a un protagonista
joven que se embarca en una viaje de iniciación. Un hecho destacable, en esta operación de
declarar a la literatura juvenil como una parte de la literatura general y algo
más que un producto para la escuela es que la editorial subraya el cambio de
elección del jurado (son escritores en lugar de
docentes) y las dedicatorias de los autores –referidas al contexto y el
campo intelectual– a diferencia de las de los primeros premios que eran
reconocimientos familiares.
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